1 Introducción
A numerosos militantes antiimperialistas en el mundo, pero particularmente en América Latina, les preocupa la dimisión de Bashar al-Asad al considerar que con ello se ha debilitado el campo antiimperialista. Quizás tengan razón en cierto grado. Sin embargo, me parece que, si lo reflexionamos con mayor detenimiento, observaremos que en una aún mayor medida también se equivocan. De entrada, para bien o para mal, el mundo no se divide simplemente en pro y antiimperialistas. Aunque el aliado antiimperialista de unos no fuera necesariamente el enemigo imperialista de otros, es necesario evaluar cuidadosamente qué tan antiimperialistas son los personajes que reconocemos como tales. En cuanto a al-Asad, me parece que es suficiente con observar cómo algunos de los actores reconocidos ampliamente como opositores al imperialismo estadounidense y al sionismo en la región se han posicionado frente a al-Asad en diferentes circunstancias para evaluar si realmente es el gran héroe antiimperialista que desean imaginarse. Además, me parece pertinente recorrer la trayectoria histórica de Hafez y Bashar al-Asad para observar que no siempre han sido los antiimperialistas que se cree que son, además de la brutalidad de su gobierno sobre las masas sirias.
2 Al-Asad y otros actores antiimperialistas del Medio Oriente
Hamas. Pocos se atreven a afirmar que Hamas es pro sionista o favorable al imperialismo Yankee (aunque no faltan individuos obsesionados con las conspiraciones que lo aseguran). Tras la rebelión popular en Siria en marzo de 2011, Hamas se convirtió en un radical opositor al gobierno de Bashar al-Asad. Su gobierno no sólo expulsó a Hamas de Siria, sino que encarceló y torturó a cientos de refugiados palestinos y bombardeó sus barrios, como Mujaiyam Yarmouk, en Damasco.
Irán, nadie cuestionaría que es un opositor de Estados Unidos y de Israel. El 8 de diciembre de 2024, el día en que Bashar al-Asad abandonó Siria con rumbo a Moscú, el ministro de relaciones exteriores de Irán, Abbas Araghchi, lo criticó duramente. Primero, dio a entender que Asad pactó su dimisión. Desde hacía dos meses, Irán había venido advirtiendo a Siria que Hay’at Tahrir al-Sham (HTS) preparaba una ofensiva mayor. Una vez lanzada la ofensiva, al-Asad rechazó los ofrecimientos iraníes de apoyo. Más aún, ni el presidente ni los generales de su ejército hicieron nada para detener el avance de HTS y otros grupos sobre las principales ciudades sirias. Segundo, afirmó que Asad ignoró los consejos que Irán le dio repetidamente a lo largo de los años de acercarse a la oposición y buscar acuerdos para resolver la gran crisis en la que estaba sumido el país. Por otro lado, Irán también se había venido quejando desde hacía tres años de que al-Asad se estaba alejando de Irán con el objetivo de ser aceptado por el club de los aliados árabes de Estados Unidos, como Emiratos y Arabia Saudí.
Rusia. Es evidente que Rusia decidió salvar lo más esencial de sus intereses en Siria y dejar que la marejada se llevara al gobierno de al-Asad, aunque dándole asilo. Basta con leer el comunicado de la agencia Tass del 8 de diciembre en que informa que el gobierno ruso pactó con los rebeldes sirios para que permitan el mantenimiento de la base naval y la base aérea (ambas militares) en Siria.
¿Y qué decir de la población de Siria? Durante los últimos 13 años, la mitad se vio obligada a abandonar sus hogares ya sea para buscar refugio en el extranjero o en otras partes del país, y eso sin contar a los millones que permanecieron en el país y que ayer y hoy celebraban en las calles sirias el fin de la dictadura. ¿Son todos pro imperialista y pro israelíes? Volveremos sobre esto más adelante.
Turquía merece unas palabras en todo esto. ¿Es pro imperialista y pro sionista o anti? Ahora, con lo de Siria, se ha empezado a criticar a Turquía, pero hasta hace poco muchos le aplaudían a Erdogan cuando echaba rollo a favor de los palestinos y ni se daban cuenta de que continuaba sus relaciones comerciales con Israel. Tampoco se fijan en que sus aliados más estrechos, como el presidente de Azerbaiyan, abastecen a Israel de petróleo. Lo peor, quizás, es que en la actual coyuntura muchos lo dejan en último lugar de las críticas. No sólo fue Turquía la que incitó la campaña opositora en Siria, sino que Turquía está aprovechando el vacío de poder en Siria para mandar a los mercenarios del “Ejército Nacional Sirio” a atacar la práctica revolucionaria de los kurdos en el norte y este de Siria e invadir más territorio sirio.
3 Los al-Asad, el nacionalismo árabe y el antiimperialismo
Vale la pena profundizar brevemente en la historia para ver hasta qué punto los al-Asad encarnaron el nacionalismo árabe, antiimperialista, laico y socialista. Para ello, recapitulemos rápidamente la trayectoria de Hafez y Bashar en este respecto.
Hafez al-Asad, aún joven, formó parte del Comité Militar del Partido Baath Árabe Socialista, un organismo clandestino constituido por cuatro militares baathistas sirios enviados a Egipto durante la experiencia de unidad entre ambos países en la República Árabe Unida (RAU) entre 1958 y 1961. De entrada, no hay que olvidar que una de las razones principales por las que los baathistas sirios solicitaron la unión al presidente egipcio Gamal Abdel Naser fue el temor a que el Partido Comunista siguiera creciendo en Siria y llegara a tomar el poder. Aunque se adoptaron medidas sociales progresistas, Naser prohibió todos los partidos, inlcuido el Baath.
Un golpe militar en la provincia siria la retiró de la RAU en 1961. En la primavera de 1963, el Partido Baath tomó el poder en Iraq y en Siria mediante sendos golpes de Estado (en Iraq, por cierto, masacraron a miles de comunistas). Tres años después, en 1966, el Comité Militar, ampliado y adoptando ideales marxistas y profundamente antiimperialistas, arrebató el poder en Siria de manos de la derecha del propio partido Baath. Sin embargo, Siria, liderada de facto por Salah Jdid y “los marxistas del Baath”, sufrió una terrible derrota, junto con Egipto y Jordania, a manos de Israel en junio de 1967, que gozó, evidentemente, de todo el apoyo de Estados Unidos. Siria perdió los Altos del Golán ; Egipto, el Sinaí y la Franja de Gaza ; Jordania, los territorios palestinos de Cisjordania. El nacionalismo árabe en su forma estatal sufrió una terrible derrota que en pocos años derivaría en la transformación de toda la región con la llegada de líderes corruptos que utilizaron el Estado y el nacionalismo árabe para sus intereses particulares y en el fortalecimiento del islamismo (también llamado fundamentalismo islámico o islam político) como la principal opción rebelde en la región.
En 1970, este mismo gobierno de la izquierda del Baath intentó apoyar a los palestinos que se rebelaron en Jordania en contra de la monarquía, que los reprimía en línea con los intereses de Washington y de Tel Aviv. Sin embargo, el entonces encargado de la fuerza aérea siria, Hafez al-Asad, se rehusó a enviar la aviación a proteger a las tropas sirias que intentaban poner fin a la masacre de palestinos que realizaba el ejército jordano conocida como Septiembre Negro. Al poco tiempo, Hafez al-Asad dio un golpe de Estado contra Jdid y el resto de sus camaradas de la izquierda del Baath, llamándolo “Movimiento de Rectificación”. Además de liberalizar el mercado con garantías al sistema de propiedad privada, estrechó lazos con Arabia Saudí.
Esto no quita que, en octubre de 1973, al-Asad se coordinó con el ya entonces presidente de Egipto, Anwar al-Sadat, para lanzar un ataque simultáneo contra Israel para recuperar el Golán y el Sinaí, respectivamente. Después de entonces, Siria nunca más respondió militarmente a ninguna de las múltiples agresiones israelíes contra su territorio. Lo más que hizo fue apoyar a algunas de las fracciones de la resistencia palestina, pero con la condición de que nunca actuaran contra Israel desde territorio sirio.
Cuando, a inicios de la década de 1970, el Movimiento Nacional Libanés se organizó bajo el liderazgo de Kamal Jumblat, líder druzo del Partido Socialista Progresista, para apoyar a los palestinos y marcar la filiación panarabista de un sector importante de la población libanesa, la reacción de Hafez al-Asad fue mandar asesinar a Jumblat e invadir Líbano para proteger no a los panarabistas, sino a la derecha nacionalista libanesa. Posteriormente entró en conflicto con este sector, que prefirió aliarse con Israel, cuando sus tropas invadieron Líbano en 1982.
Otro episodio interesante ocurrió en 1979, con otro intento de unión árabe, entonces entre Siria e Iraq. Después de algunos meses de acercamiento institucional rumbo a la unificación, Saddam Huseyn, hombre fuerte en Bagdad, canceló el proceso, reunió a un cierto número de militares e integrantes del Baath en Iraq, incluido el presidente de la república, y los hizo fusilar tras acusarlos de apoyar a al-Asad. Hafez, por su lado, metió a la cárcel o envió al exilio a los miembros del Baath que en Siria simpatizaban con Saddam.
Siguieron algunos años más de enfrentamiento entre las dos alas del Baath. En 1980, cuando Saddam invadió Irán en colaboración con las monarquías del Golfo e indirectamente con Estados Unidos, al-Asad fue casi el único líder árabe que apoyó a Irán contra Iraq. Husayn no sólo lo acusó de romper la solidaridad panarabista, sino que apoyó financieramente, por medio de Jordania, a las diversas organizaciones islamistas sunníes sirias que buscaban derrocar al gobierno de al-Asad por vía de las armas. Con varios atentados, dieron muerte a decenas de jóvenes sirios de grupos religiosos minoritarios. Cuando hubo una insurrección en la ciudad de Hama, Rifaat al-Asad, hermano de Hafez, tuvo el cargo de dirigir el bombardeo de la ciudad, que causó la muerte de miles de personas, en su mayoría civiles. Esa masacre es lo que más incrementó el rencor hacia los al-Asad, particularmente entre la población sunní de Siria, que lo pasaron a ver como un simple dictador que, además, provenía de un grupo religioso minoritario.
En 1991, cuando Estados Unidos formó una gran coalición internacional para atacar a Iraq con la excusa de que había invadido Kuwayt, Hafez al-Asad participó en la coalición. Más aún, apoyó el criminal bloqueo económico que impusieron Estados Unidos y Gran Bretaña mediante Naciones Unidas contra Iraq. No fue sino hasta el año 2000, cuando Bashar al-Asad heredó la presidencia, que se empezó a romper el bloqueo.
A la población kurda, Hafez al-Asad la apoyó sólo en la medida en que resistiera en contra de Turquía o en contra de Saddam en Iraq, pero no le otorgó derechos dentro de Siria. De hecho, mantuvo a cientos de miles de kurdos como apátridas, sin reconocerles la ciudadanía siria, con lo que no podían acceder a la educación formal ni a muchos empleos. Algo similar afectó a los turcómanos.
Tras la llegada de Bashar al poder, la población siria albergó la esperanza de que hubiera más libertades para la población. La esperanza duró poco tiempo, a como se empezó a reprimir cualquier expresión de disenso. Al mismo tiempo, el gobierno buscó encontrar un nicho propio para el país en la división internacional del trabajo en el mercado mundial capitalista. Sin embargo, entre 2003 y 2005, el presidente y su círculo más cercano optaron por integrarse a la globalización sin ningún tipo de cortapisa que protegiera a la población trabajadora. Para 2007, se había convertido oficialmente en alumno modelo del Fondo Monetario Internacional por la aplicación de las políticas neoliberales. En cuanto a los kurdos, Bashar los aisló para darle gusto a Erdogan y a los militares turcos. Entre 2004 y 2005, los reprimió cruelmente.
Muy importante, hay que subrayar que todo esto se acompañó, durante las décadas de gobierno de los al-Asad, de una corrupción rampante, concentración cada vez mayor de la riqueza en manos de la familia del presidente, depauperación de las masas trabajadoras y márgenes cada vez menores, con breves lapsos de libertad, para la expresión libre de la población.
Sinceramente, con estos antecedentes, no hay manera de sorprenderse de que la población siria haya salido a protestar contra el gobierno en 2011. Por pintar algunas consignas de la primavera árabe en muros de Deraa, la policía arrestó y torturó a un grupo de adolescentes, lo que desencadenó manifestaciones masivas en la ciudad. En lugar de negociar de inmediato y castigar a los culpables, el gobierno envió al ejército a reprimir las movilizaciones con los militares. Provocó que el movimiento se extendiera al resto del país. Lo que siguió es una larga y horrible historia de represión gubernamental y complots tanto de al-Asad como de diversos gobiernos de la región y del mundo que llevaron a la descomposición del país y a una guerra multinivel que continuó hasta el 8 de diciembre de 2024, día en que al-Asad salió huyendo.
La vieja izquierda siria reaccionó de manera diversa a la aparición de una nueva generación de jóvenes rebeldes que lucharon por la transformación del país por vía pacífica en 2011. Los partidos de izquierda se dividieron, el Partido Comunista de Jalid Bakdash, el de Riyad Turk y el Partido de Acción Comunista, al igual que los partidos naseristas o el kurdo Partido de la Unidad Democrática (PYD), se dividieron entre optar por una transformación pactada con al-Asad, que se rehusaba a hacerla, o imponerle la transformación al Estado. En lo que todos estaban de acuerdo, sin embargo, era en la necesidad de un cambio radical en Siria.
4 Palabras finales
En conclusión, me parece evidente que es imposible entender Siria, el Baath, los al-Asad y sus evoluciones como si fueran resultado de una ecuación de primer grado, del tipo de a=b+c, pintando todo en blanco y en negro. No se sostiene ver los acontecimientos sólo mediante una lente geopolítica clásica que ignora al pueblos y a las personas de carne y hueso.
Hay que entender al pueblo sirio en su júbilo al ver caer una dictadura que tanto daño le produjo, que masacró y torturó a cientos de miles de sirios, que destruyó sus vidas, además de sus hogares, y que exilió y desplazó a doce millones de ellos. Hay que entender que ahora no puede más que tener esperanza de poder reconstruir una Siria para todo su pueblo. Ya verán ellas y ellos, ya veremos también nosotros que sucede en el corto y el mediano plazo. Hay tendencias muy duras de fanatismo y deseos de destrucción del otro, además de intereses muy fuertes (israelíes, estadounidenses, turcos por ejemplo) que desean que Siria fracase y que sin lugar a dudas actuarán en ese sentido.
No obstante, es importante que la izquierda latinoamericana despierte. De nada sirve cerrar los ojos ante la historia de Siria y de la región. Menos aún sirve añorar a un cruel dictador que ignominiosamente huyó con su familia y sus riquezas mal habidas después de conducir a la destrucción de su país durante los últimos 13 años. Lo que se necesita es entender la realidad aunque sea compleja y tener capacidad de conmiseración con nuestras hermanas y nuestros hermanos sirios que tanto han sufrido desde 2011. Y será aún más necesario en estos días, meses y años que vienen en que serán embestidos nuevamente por poderosas fuerzas capitalistas, imperialistas y oscurantistas que buscarán impedirles levantar cabeza.