Con el triunfo de la Revolución Mexica de 1910-1917 el pueblo de México pudo forjar un Estado que nacionalizó y fundó un fuerte sector agropecuario pero estos logros fueron echados abajo por las políticas neoliberales que se impusieron en el poder desde 1982. A pesar de los esfuerzos para implementar reformas agrarias, ninguno de estos procesos ha logrado una trasformación duradera de la propiedad de la tierra y su distribución sigue siendo desigual. El derecho a la tierra es crucial para el cumplimiento de varios derechos humanos, como el nivel de vida digno y derecho a la alimentación. Es importe destacar que los altos niveles de hambre, la inequidad en la distribución de los ingresos, la tierra, agua, semillas y otros recursos, además de la degradación ecológica son problemas persistentes y cada vez más intensos a escala mundial.
En México, con la revolución verde comenzamos a aplicar fertilizantes de residuo acido, resultado, 62 millones de hectáreas están acidas causando enfermedades, alimentos con bajo valor nutricional y menos producción. Tenemos cuatro corporativos, Bayer, BASF, Syngenta y Corteva que comercializan el 50% de las semillas y tienen controlado el mercado de los plaguicidas; referente a los costos de producción el 18% es para la semilla, 22% fertilizantes y 21% para plaguicidas, es decir, el 61% de los costos de producción son para las transnacionales, entonces, ¿Para quién es el negocio de la producción de alimentos? La economía mexicana es totalmente dependiente de la economía Norteamérica, el nuevo tratado comercial entre México, Canadá y Estados Unidos beneficia a este último país y representa una nueva forma de saqueo. México, ha sido sometido a la dependencia económica y al subdesarrollo.
Respecto a nuestro patrimonio nacional, actualmente el 70 por ciento de los suelos son pobres en materia orgánica y, por otro lado, vemos que las cifras de importaciones aumentan, es decir, estamos importando 60 por ciento de granos y 10 por ciento de otros alimentos perdiendo capacidad de producción y con ello destruyendo la base de nuestro tejido social. Aunado a esto, un número significativo de campesinos son expulsados del mercado debido al bajo precio que reciben sus productos y al alto costo de los insumos, principalmente fertilizantes.
La soberanía alimentaria es un derecho que tienen los pueblos para definir la producción de alimentos y el control de su sistema alimentario local y nacional. Se basa en principios de seguridad, sostenibilidad, participación y busca promover un sistema alimentario más amigable con la naturaleza, con enfoque holístico, agroecológico y que derribe el sistema neoliberal que atenta contra la naturaleza y que busca la industrialización de los alimentos en detrimento de la tierra. Este concepto acuñado en 1996 a propuesta de un movimiento internacional campesino, el cual hace notar que la soberanía alimentaria es de urgente alcance para oponerse a la industrialización, mercado internacional, a una utilización indiscriminada de pesticidas para la producción de alimentos que dañan la salud, el medio ambiente y producen gases de efecto invernadero propiciando degradación de la capa de ozono permitiendo el paso de rayos solares dañinos para la salud de los seres vivos.
Por eso, el reto es recuperar los suelos para que produzcan alimentos sanos, con alto valor biológico., producir alimentos de alta calidad, libre de agro tóxicos y suficientes para atender la pobreza, el hambre, la salud y la educación y abonar para tener acuíferos limpios, un trabajo más decente en el campo y disminuir la desigualdad entre la agricultura campesina y la agricultura empresarial.
Todos sabemos que lo que más destruye el medio ambiente es la pobreza, el esfuerzo desesperado de conseguir algo para comer destruye los suelos y consecuentemente los cursos del agua. Solamente en suelo sano se combate la pobreza. Debemos enfocarnos en una agricultura que integre los saberes de campesinos/as con la reingeniería de nuestros sistemas agrícolas, que sepa combinar el uso de la ciencia en beneficio de la agroecología haciendo de la sostenibilidad nuestra nueva forma de vida.. Los sistemas de producción fundados en principios agroecológicos son biodiversos, resilientes, eficientes energéticamente, socialmente justo y contribuyen a la base de una estrategia energética y productiva fuertemente vincula a la soberanía alimentaria (Altieri 1995, Gliessman1998).
Nuestra metodología, con perspectiva de género, para enfrentar una crisis climática y el auge de la soberanía alimentaria, tiene cuatro ejes: Ecológicos, tenemos que aumentar biodiversidad para restaurar el suelo, incorporar minerales; Social, reinsertar la educación agrícola pues la revolución no resolvió el problema del hambre, se requiere organizar a los productores; Económico, el campo requiere inversión, subsidios y crédito para rectificar y darle valor agregado; Tecnológico , la integración de un equipo de intelectuales, científicos, académicos, emprendedores para diseñar el sistema agroalimentario mexicano. Los cuatro ejes están encaminados a restaurar la autosuficiencia alimentaria local, a conservar y a regenerar la agrobiodiversidad, a producir alimentos sanos con bajos insumos y a empoderar a las organizaciones campesinas. Recordemos que la agroecología es un elemento clave en la construcción de la soberanía alimentaria y como herramienta de lucha y defensa.
Actualmente, el Gobierno debería destinar un recurso suficiente para ser aplicado en los campos de cultivo. Se necesitan grandes recursos financieros para hacer de la inversión pública un motor de crecimiento, principalmente para el campo, por eso, una vía para la obtención de recursos es no pagar la Deuda Externa y destinar esos recursos a inversión productiva y gasto social. El costo financiero de la deuda externa en México (intereses y comisiones) equivale a más de doble del presupuesto de todos los programas sociales. Si por ejemplo, se suspende el pago del servicio de la deuda, supongamos dos años, esto reactivaría la economía, permitiendo atacar de manera frontal la pobreza, mejorar el nivel de vida de la clase campesina y, desde luego, alcanzar la soberanía alimentaria y también la seguridad alimentaria. Los niveles de desnutrición se verían también abatidos mediante la asistencia técnica que también cubriría el gobierno con el recurso de la suspensión del pago de la deuda al contratar a profesionales del campo, que llevarían capacitación para implementar estos nuevos sistemas de cultivo, asesoría para la autogestión, modelos alimenticios que hicieran ver lo que se debe aportar al cuerpo para una correcta alimentación.
La reactivación y transformación de los sistemas productivos rurales no será posible sin un Plan Nacional de Desarrollo Sectorial que contenga principios agroecológicos y sea elaborado conjuntamente por los tres ámbitos de gobierno, y una representación de los núcleos agrarios. Hay que lograr que la reactivación conlleve al mismo tiempo a justicia social, es decir, que las ganancias de la producción o del incremento sean repartidas con equidad entre el capital y el trabajo. Es necesario que se rectifique y voltee a ver al campo, pues de otra manera, se continuará teniendo en pobreza a millones y millones de personas y se pone en peligro la producción de alimentos, la soberanía y la seguridad alimentaria.
Parece que la mayoría olvidó que cualquier ciudad no puede garantizar la vida. La vida viene del campo, del suelo que produce alimento, si nuestra tierra se hunde, se hunde la humanidad.
Autor


Veronica Carrillo Ortega, Promotora Nacional por la Suspensión del Pago de la Deuda Pública (México)
*Imagen: Diego Delso, CC, Wikimedia Commons, https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gulf_of_Mexico_sunset.jpg
Articulo publicado soriginalmente en el portal del CADTM