Cinzia Arruzza es profesora de Filosofía en la New School for Social Research de Nueva York, feminista y militante socialista. Su libro Las sin parte. Matrimonios y divorcios entre el feminismo y el marxismo es una obra de referencia para comprender la relación histórica del movimiento obrero con el movimiento por la emancipación de las mujeres. Nacida en Italia pero residente en Estados Unidos, esta doble mirada le permite comprender fenómenos de uno y otro lado del Atlántico. En esta entrevista nos habla de la conexión entre la opresión de género y de clase, pero también de los peligros del purplewashing[1] y de los caminos que deberá recorrer el feminismo en este nuevo siglo para no extraviarse.
Julia Cámara: Son varios los textos y artículos en los que te posicionas a favor de la teoría del “sistema unitario”, que defiende que el patriarcado no existe como un sistema autónomo de opresión dentro del capitalismo. Se trata de una tesis algo polémica entre las especialistas en estudios de género. ¿Has encontrado muchos problemas a la hora de defender esta idea?
Cinzia Arruzza: Sí, efectivamente supone problemas. Se trata todavía de una posición minoritaria dentro de la teoría feminista, especialmente porque durante los años noventa y finales de los 80 la teoría feminista perdió sus conexiones con el análisis de clase y la crítica al capitalismo. Nancy Fraser ha llegado a decir, de manera provocativa, que cierto tipo de feminismo se ha convertido hoy en un medio del capitalismo, del neoliberalismo. Y si hoy en día es complicado para las feministas hablar de la centralidad de la clase y del capitalismo, más todavía lo es decir que el patriarcado como sistema ya no existe. Existió, por supuesto, pero bajo el capitalismo ha dejado de existir.
Por supuesto, esta es una tesis controvertida y difícil de defender, especialmente porque uno de los malentendidos consiste en entender que estamos minusvalorando o desestimando la importancia de la opresión hacia las mujeres, que la negamos o que la reducimos e integramos en la explotación capitalista. Y esta no es la idea de la teoría unitaria. Por el contrario, nosotras sostenemos que la opresión de las mujeres, la opresión de género en general, es absolutamente perversa y está muy presente, y que realmente debería convertirse en una de las prioridades principales de cualquier tipo de movimiento de clase. Así que, al contrario de lo que se dice, estamos insistiendo en su centralidad.
El punto es que, debido al carácter específico del capitalismo, al modo en que la acumulación capitalista funciona (tendiendo a la universalización, a la totalización, a la transformación e integración de todas las relaciones sociales previas) las bases materiales del patriarcado han sido erosionadas. Y esto sucede de una manera más acentuada en los países capitalistas avanzados, pero en cierto modo es también cierto para los países sin capitalismo avanzado, en el sentido de que incluso los países donde todavía las relaciones patriarcales organizan aspectos como la producción y distribución de alimentos están integrados en el mercado capitalista global. Por lo que el modo en que estas relaciones patriarcales funcionan ya no es más el modo en que solían funcionar, porque están moldeadas e influidas por los constructos creados por ejemplo por el colonialismo y el imperialismo. Hay también algunos trabajos históricos que sostienen que en algunas sociedades, especialmente sociedades sin clases, la opresión de género fue introducida por el colonialismo, no existía antes de la llegada europea. Así que es muy complicado hablar, incluso en estos casos, de relaciones patriarcales que no estén influidas.
Entrevista completa en pdf.: Viento Sur