El triunfo de Claudia Sheinbaum es, sin duda alguna, el gran desquite popular en contra de la derecha por décadas de corrupción, de entrega del patrimonionacional a los capitales nacionales y extranjeros, de empobrecimiento generalizado, de destrucción de empleos y de derechos laborales, de la destrucción del medio ambiente, de crecimiento y empoderamiento del crimen organizado y de la inseguridad.
Con el abrumador respaldo de 36 millones de mexicanas y mexicanos, hemos decidido, de manera clara, contundente e inobjetable, mandar al bote de basura a los partidos neoliberales y oligárquicos (Acción Nacional, Revolucionario Institucional y de la Revolución Democrática), propinándoles una aplastante derrota. La coalición “Juntos Hacemos Historia” (de los partidos Morena, Verde Ecologista y del Trabajo) ha ganado la Presidencia de la República con el 60% de los votos, además de 7 gubernaturas, más una impugnada, de 9 en disputa, la mayoría calificada en las cámaras del senado y de diputados para aprobar las reformas constitucionales pendientes y las que vengan, y recuperado la mayoría de congresos estatales, municipios y regidurías. Han obtenido un respaldo electoral que les garantiza la suficiente autoridad y, sobre todo, los mandata a profundizar las reformas que el pueblo trabajador mexicano exige.
Es preciso reconocer que, aunque ahora la derecha está sumida en el desánimo, dividida y desprestigiada, no está derrotada del todo. Aún conserva un caudal de votos del 27%, un gran poder económico, con importante presencia en el aparato de Estado, particularmente en las Fuerzas Armadas y el Poder Judicial y con muchos de ellos ahora incorporados en Morena, en el Partido del Trabajo y en el autodenominado Partido Verde Ecologista, que es un partido de derecha. No podemos olvidarnos de esto.
Como socialistas apoyamos la candidatura de Claudia Sheinbaum para derrotar al sector más retrógrado de la oligarquía mexicana y también para defender aquellas transformaciones que han beneficiado al pueblo y a la nación. Como es el caso de los programas sociales, el incremento a los salarios mínimos, la reforma energética, exigir a que los empresarios cumplan con sus obligaciones fiscales, eliminar el gasto suntuoso de los funcionarios públicos, combatir la corrupción o impulsar la inversión pública para fortalecer la infraestructura y el desarrollo económico en las regiones más abandonadas. Nuestro compromiso con estas reformas no ha quedado en mero discurso, hemos participado en todas las movilizaciones que se han hecho para impulsarlas y apoyado a las candidaturas de la coalición Juntos Hacemos Historia.
Como feministas, celebramos la elección de la primera mujer, como presidenta de la República. Aunque sabemos que esto no es garantía en sí misma, esperamos que su elección cree las condiciones para avanzar por más derechos y libertades, combatiendo al patriarcado, al feminicidio, la desigualdad laboral y la discriminación por razones de género, raza o de preferencias sexuales, así como la de alcanzar el pleno derecho de la mujer a decidir sobre su capacidad reproductiva a nivel nacional.
Coincidimos también en la necesidad de democratizar y eliminar la corrupción que corroe al Poder Judicial y que tanto ha afectado al pueblo trabajador y beneficiado a una pandilla de ministros que lo han puesto al servicio de las grandes empresas nacionales y extranjeras y también del crimen organizado. Consideramos que la elección de magistrados y jueces se debe realizar bajo consulta popular, eliminar el nepotismo, crear mecanismos de seguridad para jueces que juzgan a los capos de la mafia, eliminar los dispendios y privilegios de los altos magistrados, pero respetando los derechos laborales de sus trabajadores, así como el derecho de amparo.
Sin embargo, no podemos dejar de señalar con preocupación que la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, se ha reunido con las cúpulas empresariales, con representantes de las grandes corporaciones y grupos financieros internacionales -a quienes ha prometido que no habrá reforma fiscal que los afecte, que se respetará sus inversiones, que continuará pagando puntualmente la deuda pública y se respetará la autonomía del Banco de México-, y que no ha hecho lo mismo con las organizaciones sociales independientes y democráticas para escuchar sus propuestas en defensa del agua, del territorio, de la agricultura sostenible, de los trabajadores, de las madres de los desaparecidos, de los usuarios de la energía eléctrica y con todos aquellos sectores, como diversas organizaciones socialistas, que tenemos una postura crítica sobre diversos temas.
Es muy importante que Claudia Sheinbaum escuche a quienes sostenemos que ya es hora de realizar una reforma fiscal que garantice que los grandes empresarios cumplan plenamente con sus obligaciones fiscales. Aunque formalmente el Impuesto Sobre la Renta es progresivo y grava las ganancias de las grandes empresas hasta en un 35 por ciento, en los hechos no ocurre así porque la tabla de ingresos máximos ha quedado rebasada por las gigantescas ganancias de las grandes empresas -durante el 2022 América Móvil reportó ingresos totales por 844,500 millones de pesos, esto es más de 500 veces el ingreso considerado por el SAT para ser llamado Gran Contribuyente- lo que hace que pague la misma tasa que muchas empresas medianas. Además, la globalización neoliberal favorece la transferencia de supuestas pérdidas entre empresas instaladas en diversos países para reducir sus declaraciones fiscales, esa misma situación ocurre a nivel nacional entre empresas que declaran de manera “consolidada” sus ingresos. Es una vergüenza que México tenga a las familias más ricas del mundo cuando55 3334 7970 la mayoría del pueblo sigue siendo muy pobre y más aún cuando detrás de esas fortunas se esconden negocios sucios y especulativos. Consideramos que ya es hora de incluir en la agenda nacional el tema de la reforma fiscal y de crear impuestos a las grandes fortunas como forma de reducir la desigualdad social y de resolver las grandes carencias en materia de salud, educación y alimentación.
En este mismo sentido se debe incluir la necesidad de realizar una auditoría a la deuda pública para dejar de pagar toda deuda ilegal, ilegítima y odiosa como es el caso del Fobaproa y diversos rescates como el azucarero o el de las autopistas. Si de algo debemos acusar a los partidos de la derecha es la de haber sido artífices de dichas deudas y de proteger a los criminales que nos han endilgado un robo que todavía deberán de pagar nuevas generaciones de ciudadanos. Desde el punto de vista del derecho internacional, por causa de necesidad y cambio de circunstancias, es perfectamente legal y legítimo dejar de pagar dichas deudas.
Falta también incluir un debate nacional sobre el gran problema de la inseguridad. Los programas sociales ayudan para evitar que los jóvenes se involucren en las organizaciones criminales, pero no es suficiente y se requieren medidas más agresivas. Enfatizamos la necesidad de cortar los nexos de las mafias con el sistema financiero internacional en donde se lavan grandes fortunas y se realizan sus operaciones financieras; lo mismo con el mercado de armas; fortalecer los sistemas de inteligencia para identificar y detener a los operadores; pero, sobre todo, impulsar y fortalecer la auto organización comunitaria (las diversas formas de autodefensa) para proteger a la población de las extorsiones y la leva. Sin la participación del pueblo organizado, es imposible combatir a los grupos criminales.
Nos alarma el mayor peso del sector militar dentro del aparato de Estado. Pensamos que no es positivo que se profundice esta tendencia durante el sexenio que iniciará el próximo 1 de octubre. El control de los puertos, los aeropuertos y la Guardia Nacional debe ser civil, no militar.
Nos preocupa profundamente la situación explosiva de la migración internacional. En realidad, no existen personas “ilegales” en este mundo y el gobierno requiere encontrar una solución para los miles y miles de migrantes que se encuentran en el país, huyendo de gobiernos autoritarios, sociedades violentas y de la pobreza agobiante. Habría que regresar a la política inicial del gobierno de la 4T, que fue de apoyo a los migrantes, poner fin a la cooperación casi completa con los designios del gobierno de los Estados Unidos y presionarlo para que invierta en programas de desarrollo y termine con el bloqueo económico hacia los países que más migración generan en lugar de financiar al gobierno genocida de Israel. Esta situación, de por sí compleja, no puede solucionarse con deportaciones ni la marginalización de los migrantes.
Requiere un debate nacional a fondo para buscar salidas que respeten los derechos humanos de todo el pueblo tanto mexicano como extranjero viviendo en el país.
Esperamos también que el gobierno de Claudia Sheinbaum resuelva, de una vez por todas y sin dilación alguna, conflictos laborales pendientes como las huelgas del Sindicato Minero es Cananea, Sombrerete y Taxco (que ya llevan 18 años) así como la de Arcelor Mittal; la reinserción laboral de las y los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (con 15 años en resistencia); la cancelación total de la reforma educativa neoliberal a los trabajadores de la educación; la abrogación del sistema privado de pensiones y el regreso al sistema solidario; eliminar los topes salariales a los trabajadores bajo contrato colectivo; ninguna condescendencia con el charrísimo sindical y dialogar con el sindicalismo democrático.
Existe una gran cantidad de agravios que la clase dominante ha cometido en contra de la clase trabajadora y que es necesario revertir. Algunas de ellas son: recuperar el régimen solidario de pensiones y los fondos de ahorro ahora en manos del capital privado; hacer efectiva la semana de 40 horas de trabajo; recuperar el poder adquisitivo de los salarios contractuales al nivel de 1976; renacionalizar los sectores estratégicos de la economía; resolver los conflictos laborales heredados de los gobiernos neoliberales; el borrón y cuenta nueva para los usuarios de la energía eléctrica en huelga de pagos; el acceso de la energía eléctrica como derecho humano; impulsar el desarrollo del campo apoyando a los pequeños y medianos agricultores fomentando la soberanía alimentaria; resolver la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y de muchos otros luchadores sociales y periodistas.
Debemos de estar conscientes de que, para alcanzar estos objetivos, se requiere de mucho más que votar en contra de los partidos de la derecha neoliberal, sino que es necesaria una lucha permanente que sólo puede surgir de la movilización y auto organización de la clase trabajadora creando sindicatos auténticos, democráticos e independientes del control estatal, de la organización de las comunidades en contra del crimen organizado, de organizaciones autónomas de productores del campo, de ambientalistas y defensores del territorio, de estudiantes, de mujeres, de personas LGBTIQ+ y de todas aquellas dispuestas a luchar por un mundo nuevo con paz, justicia y democracia.
Esto es lo que defendemos y por lo cual luchamos en el MSP. Si estás de acuerdo con lo que proponemos, únete a nosotras y nosotros para profundizar la transformación.
Ciudad de México a 26 de junio de 2024
MOVIMIENTO SOCIALISTA DEL PODER POPULAR